La red de gas juega un papel estratégico en la transición energética como columna vertebral a través del cual circulará el biometano, un gas renovable obtenido a partir del tratamiento de residuos que se perfila como la solución más eficiente y competitiva para descarbonizar la economía. Hablamos de una infraestructura con más de 95.000 kilómetros de tubos compuestos en su mayor parte por polietileno y acero que son pasado, presente y, sobre todo, futuro del sistema energético nacional.
Aunque sus orígenes se remontan a mediados del siglo XIX, cuando se implantaron los primeros alumbrados en calles con farolas de gas, lo cierto es que un 60% de la infraestructura gasista tiene una antigüedad menor de 20 años, lo que hace muy factible tanto técnica como económicamente su adaptación a los gases renovables.
Un papel central
Estos gases están llamados a jugar un papel central en la transición energética en España, con múltiples beneficios para todos: permiten diversificar fuentes de energía y aumentar la autonomía energética; reducen emisiones contaminantes de forma eficiente; son fáciles de almacenar; y entre otras contribuyen a impulsar la economía circular dando una solución a la gestión de residuos.