El gas natural se ha confirmado como un dinamizador de crecimiento y desarrollo sostenible para los hogares colombianos. Gracias a sus beneficios económicos puede contribuir a la reducción de la pobreza energética y elevar el bienestar de la población reduciendo el uso de leña, madera o carbón para cocinar. Asimismo, ampliar el acceso al gas natural también favorece el bienestar monetario en zonas rurales y urbanas porque reduce los gastos en pimpinas por tarifas más económicas ya establecidas.
La presidenta de Naturgas, Luz Stella Murgas, indicó que “Colombia tiene la capacidad de sumar esfuerzos para incrementar en un 30 % la conexión a nuevos usuarios de gas por año, incluyendo los municipios que no cuentan con el servicio”. Este energético se ha consolidado como el más económico representando ahorros de al menos $72.000 COP mensuales en hogares vulnerables, en comparación con el uso del cilindro de GLP.
En cuanto a abastecimiento, Colombia es ejemplo mundial, pasó de tener 1,9 millones de usuarios de gas natural a más de 10,7 millones en una década. La gran mayoría de estos usuarios pertenecen a estratos 1, 2 y 3, superando en penetración a Argentina, Estados Unidos, Perú, Venezuela, México y Brasil.
La pobreza se traduce también en calidad de vida y cuando el tiempo de actividades que deberían considerarse básicas como cocinar o calentar el agua tarda más o exige más esfuerzo de lo que debería, ahí existe un factor de pobreza. En Colombia, 1,7 millones de hogares destinan más tiempo para preparar sus alimentos y recoger leña, con un impacto en su salud por inhalación de material particulado fino. Cocinar con leña genera déficit en peso y talla en recién nacidos, su impacto en menores de 5 años equivale a ponerlos a fumar 2 paquetes diarios de cigarrillos. En este sentido, además de tiempo y esfuerzo, la falta de gas natural en los hogares perjudica a la salud de las personas, complicando otras actividades que impulsan el desarrollo como estudiar o trabajar.
Análisis de la industria del gas natural en Colombia, señalan que, en un escenario de expansión del gas en zonas urbanas e intermedias, se podría reducir la pobreza energética de alrededor de 1,8 millones de personas en el país.
Garantizar el acceso a la energía es un factor vital para la reducción de la pobreza en el mundo. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indica que dentro del ámbito educativo el acceso a la energía permite reducir los costos de oportunidad que la educación conlleva en contextos rurales, reduciendo la incidencia del trabajo infantil y liberando tiempo para la acumulación de capital humano.
En cuanto a salud, reduce la dependencia de fuentes de energía perjudiciales como la leña o el carbón y por ende a la exposición a enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire. Por otro lado, el acceso a la energía es un elemento promotor del empoderamiento productivo, ayudando a diversificar las actividades económicas y generando más productividad.
El mismo estudio del PNUD revela que, al analizar el consumo de energía de los países de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano, se encuentra que están correlacionados, pues a niveles superiores de IDH, mayor consumo de energía tienen los países. También indica que un factor clave para mejorar las condiciones de vida de los colombianos es el acceso a diferentes fuentes de energía, sin embargo, esto también ocasiona mayor consumo, por lo que es importante planear nuevas capacidades energéticas que no generen impactos negativos en el ambiente, ahí el rol del gas natural es trascendental.
Damilola Ogunbiyi, Representante Especial de la ONU para el programa Energía Sostenible para Todos asegura que en el mundo unos 2.600 millones de personas, es decir, casi un tercio de la población mundial no tienen acceso a combustibles limpios para cocinar. “Es totalmente inaceptable que 1,6 millones de personas en el mundo mueran cada año a causa de los humos procedentes de la quema de combustibles como el carbón vegetal utilizado para cocinar los alimentos. Para sobrevivir, necesitan cocinas y soluciones energéticas más limpias. Esto tiene que ser una prioridad porque la falta de energía limpia no solo perjudica al medio ambiente, sino que también mata a mujeres y niños”.
En cuanto a la alimentación, el gas natural también cumple un papel fundamental: el principal insumo para la producción de fertilizantes como la urea es el gas natural. De acuerdo con los Indicadores de Naturgas Colombia no produce urea, fosfato diamónico y cloruro de potasio y la industria local de fertilizantes y abonos depende de la importación de estos elementos. Colombia podría apostarle a la autosuficiencia en materia de fertilizantes y así garantizar tanto la seguridad alimentaria como la energética de sus habitantes. Además, ahorrando costos en fertilizantes es más factible lograr el propósito de hambre cero en el país.
Expertos del sector energético como Roberto Ángulo, socio de Inclusión S.A.S. aseguran que de acuerdo con sus estudios “los sustitutos naturales del gas natural son el GLP, la leña y el carbón, no la electricidad, luego el gas cuando sustituye al GLP libera capacidad de pago y cuando sustituye a la leña reduce una privación de pobreza energética”.
Estudios, expertos, industria y académicos coindicen en que el gas natural es la fuente de energía más consistente para avanzar hacia la transición energética y para impulsar el cambio social que reduzca los índices de pobreza y desigualdad en Colombia.