Técnicos de Naturgy en su nuevo Centro de Control Remoto en Sagunto.EL MUNDO
La energética española lanza una solución sin precedentes en la industria para gestionar sus 17 ciclos, que define como «el iPhone» del negocio gasista
Hace apenas un lustro, Naturgy peleaba ante el Gobierno y ante los tribunales para poder cerrar temporalmente sus centrales de gas. Entonces, estas estaban infrautilizadas en el contexto de una firme apuesta política por un mix energético lo más verde posible. Ahora, los ciclos combinados -que emplean gas natural y calor para generar electricidad- se activan y desactivan un promedio de nueve veces al día. Y es que estas instalaciones se han convertido en la columna vertebral de un sistema eléctrico que no puede permitirse otro fallo como el que el pasado 28 de abril dejó a oscuras durante horas a toda la península ibérica.
Y es en esta nueva coyuntura, cuando la primera gasista española ha reivindicado su negocio tradicional. Lo ha hecho inaugurando una solución pionera en el mundo. Su Centro de Control Remoto (CCR), ubicado en la central de ciclo combinado de Sagunto (Valencia), con el que la compañía que preside Francisco Reynés puede operar y supervisar en tiempo real los arranques y paradas de sus 17 instalaciones sin necesidad de contar con personal in situ en las distintas centrales, por primera vez en sus más de cien años de historia.
El proyecto arrancó en el año de la pandemia, cuando la continuidad de las centrales de gas se encontraba seriamente amenazada. Porque unos ciclos que se idearon para operar de forma estable eran cada vez menos requeridos por el sistema. Hoy la situación ha dado un vuelco y el gas se ha consagrado como el principal soporte del sistema español en el contexto de la llamada «operación reforzada» que Red Eléctrica emplea desde el 28 de abril.
Naturgy ha desarrollado un engranaje que combina herramientas digitales, sistemas de supervisión y algoritmos predictivos basados en inteligencia artificial (IA). Los centros de control remoto son desde hace años una realidad, por ejemplo, en el ámbito de la eólica. Pero el gas es un caso totalmente diferente. Operar en remoto centrales de ciclo combinado conlleva dificultades técnicas que, hasta el momento, ninguna empresa en el mundo había asumido.
«Esto es al negocio del gas lo que el iPhone fue para los teléfonos móviles», indica Pedro Larrea, director general de Redes de Naturgy. El proyecto ha implicado una inversión de ocho millones de euros. Un desembolso que, paradójicamente, la compañía ejecutó en paralelo a su pelea judicial y política por desconectar su parque gasista. El problema era puramente económico y, precisamente por ello, la empresa buscó en el citado centro de control, una solución para «hacer más eficientes los ciclos».
«En los últimos meses se ha evidenciado el papel crucial de los activos de generación flexibles, que respaldan el control de tensión, la respuesta a contingencias y compensan la desaparición de energía fotovoltaica durante la noche y en los picos de demanda», explica Larrea. El control de tensión fue, precisamente, uno de los factores que desencadenó el apagón del 28 de abril. Estabilidad, es lo que demanda ahora el sistema eléctrico español.
Las últimas crisis de suministro, como la dana que asoló Valencia o el citado cero energético de la pasada primavera, han puesto en el centro del sistema a los ciclos combinados que, en ambos casos, actuaron como escudo para reponer el suministro eléctrico. No es extraño que, en noviembre, la demanda total de gas natural creciera un 5,7%, hasta los 31,12 teravatios hora (TWh). Desde el inicio del año hasta final del pasado mes, el consumo de este combustible se disparó un 7,1% hasta los 296,2 TWh, según el último Boletín Estadístico que difunde Enagás.
Fuente: ElMundo








