El reto de la pobreza energética: una realidad silenciosa
Hablar de pobreza energética es hablar de desigualdad. En Colombia, 8,4 millones de personas —el 16,1% de la población— aún carecen de acceso a servicios energéticos modernos, confiables y seguros. No se trata solo de no tener electricidad, sino de no contar con la energía suficiente y adecuada para cocinar, calentar agua o desarrollar actividades básicas en el hogar.
Un dato que refleja la magnitud de este problema es que 1,6 millones de familias todavía cocinan con leña. Detrás de esta cifra se esconde una rutina desgastante y riesgosa: largas horas recolectando leña, exposición constante al humo y cenizas que afectan la salud respiratoria, y un mayor impacto ambiental por la deforestación.
La pobreza energética es un desafío silencioso, que no siempre ocupa titulares, pero que limita el bienestar, la productividad y las oportunidades de progreso de millones de colombianos. Es aquí donde el gas natural se posiciona como una solución inmediata, asequible y sostenible para cerrar brechas sociales.
Más que un servicio, es dignidad y bienestar en cada hogar
El acceso al gas natural no solo se mide en cifras, sino en los cambios que produce en la vida de las personas. Un claro ejemplo se vivió en Ciénaga, Magdalena, donde 750 familias de estratos 1 y 2 recibieron por primera vez este servicio gracias al programa Gas Social, impulsado por Hocol y Gases del Caribe.
Con esta segunda fase, el municipio alcanzó más del 90% de cobertura en gas natural, elevando a 25.551 los hogares conectados en Ciénaga y a más de 2.000 en todo el Magdalena. La inversión, superior a 6.700 millones de pesos, incluyó subsidios para estufas, descuentos en instalaciones y obras de infraestructura.
Pero más allá de los números, están las voces de las comunidades. Doña María y doña Francisca, beneficiarias del proyecto, expresaron lo que significa este cambio: cocinar ahora es más rápido, económico y seguro. No solo ahorran tiempo y dinero, sino que también disfrutan de un hogar más limpio y digno.
Este tipo de avances reflejan cómo el gas natural se convierte en un motor de equidad. Hoy, 11,7 millones de hogares colombianos (36 millones de personas) cuentan con el servicio, y cerca del 85% de ellos pertenecen a los estratos 1, 2 y 3. Programas como Gas Social, que desde 2019 han beneficiado a más de 89.000 familias en el país, son la evidencia de que la industria del gas está comprometida con llevar bienestar a los hogares que más lo necesitan.
Energía que impulsa el desarrollo social y económico
El gas natural no solo transforma la vida de las familias: también es clave para el desarrollo de las regiones y para la estabilidad del país. Su impacto es integral: promueve inversión, fortalece la competitividad y contribuye a dinamizar la economía local y nacional.
Su impacto va más allá de los hogares. Como lo expresó Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas, en el podcast Café con Quique:
“Estamos parados sobre gas, no podemos dejarlo enterrado. Este recurso es transformador desde el punto de vista social y también financiero. Producir más gas nos permitirá cerrar brechas, reducir la pobreza y al mismo tiempo fortalecer las finanzas públicas”.
La industria aporta alrededor de un billón de pesos anuales en regalías, recursos que financian proyectos sociales, infraestructura y programas de transición energética. Esto significa que cada metro cúbico de gas producido no solo es energía para un hogar, sino también inversión en escuelas, hospitales, vías y desarrollo regional.
En un país donde la pobreza energética afecta directamente la calidad de vida de millones de personas, la producción y el uso del gas natural representan una respuesta inmediata y necesaria, al tiempo que consolidan la seguridad y soberanía energética de Colombia.
Una visión de largo plazo: el gas natural como aliado en la lucha contra la pobreza energética
La ampliación de la cobertura de gas natural no es un esfuerzo aislado, es parte de una visión de largo plazo que entiende la energía como un derecho básico y un habilitador de oportunidades.
El gas natural es asequible, confiable y más limpio que otros combustibles fósiles. Gracias a su disponibilidad en tierra y en el mar Caribe, el país puede fortalecer su autosuficiencia energética, reducir la dependencia de importaciones y garantizar que más colombianos accedan a una energía que transforme sus vidas.
El país tiene en el gas natural una solución tangible y transformadora para enfrentar el desafío de la pobreza energética. La industria del gas trabaja de la mano con comunidades, empresas y autoridades para asegurar que este recurso llegue a más regiones, dignifique la vida de millones de familias y consolide al gas natural como una pieza esencial de la matriz energética del país.